La mejora de las condiciones de la vivienda puede salvar vidas, prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida, reducir la pobreza, ayudar a mitigar el cambio climático y contribuir al logro de diversos Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos los relativos a la salud (ODS 3) y las ciudades sostenibles (ODS 11). La vivienda es cada vez más importante para la salud debido a los cambios demográficos y climáticos. Se estima que para el 2050 la población urbana mundial se duplicará, lo que requerirá soluciones en materia de vivienda. La población mundial mayor de 60 años, que tiende a pasar más tiempo en casa, también se duplicará para el 2050. Los patrones climáticos cambiantes, asociados con el cambio climático, subrayan la importancia de que la vivienda brinde protección contra el frío, el calor y otros fenómenos meteorológicos extremos a fin de promover comunidades resilientes.
La vivienda puede exponer a las personas a una serie de riesgos para su salud. Como se indica en las presentes Directrices de la OMS sobre vivienda y salud (en adelante, las directrices), la vivienda estructuralmente deficiente aumenta la probabilidad de que las personas resbalen o se caigan, lo que incrementa el riesgo de traumatismos. La accesibilidad deficiente a su hogar expone a las personas con discapacidad y las personas mayores al riesgo de sufrir traumatismos, estrés y aislamiento. La vivienda poco segura, a veces debido a problemas de asequibilidad o a la falta de seguridad de tenencia, produce estrés. La vivienda que es difícil o costosa de calentar contribuye a los malos resultados respiratorios y cardiovasculares, mientras que las altas temperaturas interiores pueden causar enfermedades relacionadas con el calor y aumentar la mortalidad cardiovascular. La contaminación del aire interior está relacionada con una amplia gama de enfermedades no transmisibles, daña la salud respiratoria y cardiovascular, y puede desencadenar reacciones alérgicas e irritantes, como el asma. Las viviendas hacinadas aumentan el riesgo de exposición a enfermedades infecciosas. Las instalaciones de abastecimiento de agua y saneamiento deficientes afectan la seguridad alimentaria y la higiene personal y, por lo tanto, dan lugar a enfermedades transmisibles.
La calidad y el contexto ambiental de la vivienda son algunas de las principales dimensiones de las desigualdades ambientales. Las malas condiciones de la vivienda son uno de los mecanismos a través de los cuales la desigualdad social y ambiental se traduce en desigualdad en la salud, lo que afecta aún más la calidad de vida y el bienestar.
En respuesta a lo anterior, en estas directrices se reúnen los datos más recientes que ayudan a formular recomendaciones prácticas para reducir la carga que representan para la salud vivir en una vivienda cuyas condiciones son inseguras y deficientes. Asimismo, proporcionan nuevas orientaciones y recomendaciones pertinentes para el espacio vital deficiente (hacinamiento), las temperaturas interiores altas y bajas, los riesgos de sufrir traumatismos en el hogar y la accesibilidad a la vivienda para las personas con discapacidad funcional. Además, en las directrices se identifican y resumen las orientaciones y recomendaciones existentes de la OMS relacionadas con la vivienda, con respecto a la calidad del agua, la calidad del aire, el ruido de los barrios, el asbesto, el plomo, el humo de tabaco y el radón.
Sobre la base de múltiples revisiones sistemáticas de los artículos científicos recientemente encargados o publicados, las directrices aplican criterios estrictos para evaluar la calidad de la evidencia disponible y su idoneidad para elaborar recomendaciones. Las recomendaciones centran especial atención en la reducción de los factores de riesgo, a la vez que reconocen la importancia de las intervenciones fundamentales. Abarcan consideraciones generales sobre las recomendaciones de políticas y buenas prácticas destinadas a abordar los problemas de salud. En los estudios incluidos, la calidad de la evidencia se clasifica en función del riesgo de sesgo (y otros parámetros de calidad), la incoherencia de los resultados, la inespecificidad, la imprecisión y otros factores considerados pertinentes. En el se presentan las recomendaciones de las nuevas directrices.
Las directrices tienen por objeto fundamentar las políticas y los reglamentos locales, nacionales y regionales en materia de vivienda y su efecto sobre la salud. Por lo tanto, su principal público destinatario son los responsables de formular las políticas y regulaciones relacionadas con la vivienda, de aplicar las medidas de cumplimiento y de iniciar la colaboración intersectorial que procura apoyar la vivienda saludable desde una perspectiva gubernamental.
Las directrices también pretenden ser pertinentes para las actividades diarias de los responsables de la aplicación de dichas políticas, como los organismos gubernamentales, arquitectos, constructores, proveedores de vivienda, promotores, ingenieros, planificadores urbanos, reguladores de la industria, instituciones financieras, así como servicios sociales, grupos comunitarios y profesionales de la salud pública. Estas partes interesadas están directamente involucradas en la construcción, mantenimiento y demolición de viviendas de manera que influyen en la salud y la seguridad humana.
Recomendaciones de las Directrices de la OMS sobre vivienda y salud.
Si bien las directrices proporcionan recomendaciones de carácter mundial, su aplicación y el establecimiento de prioridades variarán en función de los contextos locales y requerirán una adaptación local, nacional y regional. En consecuencia, la aplicación de las directrices entraña la necesidad de voluntad política y coordinación entre los diferentes niveles de gobernanza: gobiernos locales, estatales y nacionales; los departamentos gubernamentales; el sector de la salud y los ámbitos privado, no gubernamental y comunitario; y el apoyo y las aportaciones de las organizaciones internacionales de desarrollo y finanzas. Asimismo, requiere tomar en consideración los determinantes sociales de la salud, empoderar a las comunidades, abordar las desigualdades sociales y de salud, poner de acuerdo a los actores locales y mundiales, y dar seguimiento.
La OMS está preparando orientaciones e instrumentos basados en la Web que se fundamentan en la evidencia utilizada para elaborar las directrices y colaborará con los Estados Miembros para apoyar el proceso de aplicación por conducto de sus oficinas regionales y en los países.
- 1
Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible; Hábitat III
Primer borrador revisado de la Nueva Agenda Urbana. Quito: Naciones Unidas; 2016.
- 2
Informe mundial de la OMS sobre el envejecimiento y la salud. Ginebra: Organización Mundial de la Salud, 2015.