ADOPCIÓN, DIFUSIÓN, APLICACIÓN Y EVALUACIÓN

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El objetivo de las presentes directrices consiste en brindar recomendaciones a las instancias normativas y a quienes planifican programas de intervenciones en el medio sanitario, educativo, profesional y comunitario sobre la cantidad de tiempo diario que niños, adolescentes, adultos y personas mayores deben dedicar a estar físicamente activos, así como sobre la limitación del sedentarismo. Ahora bien, la formulación de directrices mundiales no es un fin en sí mismo: sin una labor de difusión y aplicación, no se lograrán cambios en los niveles de actividad física.

ADOPCIÓN

La OMS lleva a cabo un riguroso y exhaustivo proceso con el fin de formular directrices válidas a nivel mundial (21) que puedan utilizar todos los países. Las presentes Directrices sobre actividad física y comportamientos sedentarios brindan a los países recomendaciones basadas en pruebas sobre los efectos en la salud de la actividad física y los comportamientos sedentarios que los gobiernos nacionales pueden integrar en sus marcos normativos nacionales para su posterior utilización. Con la formulación de directrices mundiales mediante amplias consultas se pretende evitar en buena medida a los países la necesidad de emplear recursos para realizar el largo proceso científico. La revisión y adopción de estas directrices mundiales sobre actividad física y sedentarismo es un método rápido y costoeficaz de elaborar directrices adaptadas a los contextos locales.

La adopción de las directrices de la OMS a nivel regional o nacional permitirá a los países ofrecer recomendaciones uniformes sobre actividad física y comportamiento sedentario en base a la mejor y más reciente evidencia científica disponible. Además, la coherencia de las recomendaciones a nivel internacional facilitará la vigilancia nacional, las estimaciones mundiales sobre la actividad física y el comportamiento sedentario y las comparaciones entre países. A lo largo del proceso de adopción será preciso tener en cuenta la necesidad de contextualizar y adaptar las directrices. La traducción a los idiomas locales es uno de los aspectos de la adopción y la contextualización. Es posible que haya que cambiar los ejemplos de las actividades físicas para ajustarlos a cada lugar y que sea necesario utilizar imágenes adaptadas que reflejen las culturas, las normas y los valores locales.

La OMS está preparando un sistema paso a paso para facilitar la adopción de las directrices mundiales a nivel nacional, que se sumará a una serie de talleres regionales dirigidos a las partes interesadas. El sistema permitirá incorporar los datos nacionales pertinentes (por ejemplo, las estimaciones de prevalencia de actividad física) y brindará una vía rápida para elaborar los documentos de directrices nacionales. Estos recursos auxiliares se publicarán a lo largo de 2021 en el sitio web de la OMS.

Cuando se estudie la adopción de las directrices, se recomienda seguir el siguiente proceso de diez etapas:

  1. Promover una revisión de las directrices nacionales sobre actividad física vigentes y la adopción de las directrices de la OMS para garantizar la autorización del gobierno.
  2. Contar con la participación de las principales partes interesadas tanto en el sector de la salud como en otros sectores pertinentes, como el del deporte, la educación o el transporte; contar con la participación de las asociaciones profesionales competentes y los científicos con conocimientos especializados en la materia.
  3. Evaluar la aplicabilidad, la aceptabilidad y la factibilidad de las recomendaciones.
  4. Adaptar las directrices al contexto local, en particular por cuanto respecta al idioma, los ejemplos y otras consideraciones culturales.
  5. Llevar a cabo una revisión externa con los destinatarios, a saber, las instancias normativas, los profesionales y el público en general.
  6. Establecer un presupuesto y un plan claro de difusión y comunicación.
  7. Publicar y promover las directrices nacionales, idealmente en paralelo a un evento de lanzamiento para generar publicidad e interés.
  8. Contar con la participación de las organizaciones o instituciones profesionales pertinentes y promover el alineamiento o refrendo programático.
  9. Introducir normas y prácticas nacionales para facilitar la aplicación de las directrices nacionales y el cambio de los comportamientos.
  10. Definir un calendario para la evaluación, revisión y actualización de las directrices.

DIFUSIÓN

Las directrices nacionales sobre actividad física son un elemento principal de las estructuras de gobernanza que permiten abordar el aumento de los niveles de actividad física de la población desde una perspectiva integral. Las directrices nacionales definen las prioridades que han de guiar el proceso de elaboración de las estrategias nacionales y subnacionales, y exigen que se traslade la información correcta a los grupos de personas pertinentes de la manera indicada. Por desgracia, a menudo las directrices nacionales no se difunden, por lo que los conocimientos del público profesional y la comunidad en general sobre las recomendaciones pueden ser muy escasos. Reservar recursos específicos para posibilitar la difusión a gran escala es un primer paso importante para cambiar el nivel de conciencia y los conocimientos sobre la importancia de aumentar la actividad física y reducir los comportamientos sedentarios.

Entre los principales destinatarios de la difusión de las directrices nacionales sobre actividad física y comportamientos sedentarios figuran los siguientes:

  • Las instancias normativas dentro y fuera del sector de la salud (en ámbitos como el transporte, la urbanística, la educación, los lugares de trabajo, el deporte y los parques y espacios recreativos), con el fin de:
    1. dar a conocer las mejoras que una mayor actividad física y un menor sedentarismo pueden aportar no solo a la salud, sino también en toda una serie de ámbitos diversos pero relacionados, como la equidad de género, las obligaciones de derechos humanos y el desarrollo sostenible;
    2. integrar las políticas y los programas sobre actividad física y comportamientos sedentarios en todos los planes pertinentes, e
    3. invertir en acciones nacionales y locales coordinadas a mayor escala.
  • Los agentes no estatales (incluidas las organizaciones no gubernamentales, las instituciones académicas y las entidades de investigación, el sector privado, los medios de comunicación y los organismos de financiación de la investigación), con el fin de:
    1. concienciar acerca de la importancia de aumentar la actividad física y reducir los comportamientos sedentarios a todas las edades;
    2. favorecer y garantizar el alineamiento programático, y
    3. aumentar la colaboración y la inversión en la implementación de políticas y la acción local.
  • Los profesionales del sector de la salud y otros sectores (como el deporte, la educación, el transporte y el urbanismo) con el fin de:
    1. concienciar y dar a conocer las directrices nacionales sobre actividad física y comportamientos sedentarios;
    2. mejorar los conocimientos, las competencias y la confianza para promover una mayor actividad física y un menor sedentarismo, y
    3. integrar la promoción de la actividad física en la práctica cotidiana en la medida de lo posible.
  • El público en general y subgrupos de población concretos, con el fin de:
    1. concienciar y dar a conocer las directrices nacionales sobre actividad física y comportamientos sedentarios;
    2. fomentar un mayor conocimiento sobre cómo cumplir las directrices sobre actividad física y comportamientos sedentarios, y
    3. alentar y motivar a las personas a que estén más físicamente activas y a reducir el comportamiento sedentario.

CAMPAÑAS DE COMUNICACIÓN

Los distintos interesados sacarán provecho de materiales distintos; para comunicar las directrices a múltiples públicos de manera eficaz es preciso tener en cuenta los contenidos, el formato y los canales de comunicación. Al elaborar una estrategia de comunicación de las directrices, la investigación formativa puede resultar útil para determinar los principales destinatarios y conocer los valores, las necesidades y las preferencias que inciden en los niveles de actividad física y sedentarismo. Esta debe incluir una exploración de los obstáculos que dificultan la actividad física o su integración en la normativa y la práctica, así como la utilización a modo de prueba de mensajes y materiales provisionales con los distintos grupos. Ello servirá para definir los principales mensajes empleados, así como los formatos y los canales de comunicación apropiados. Una estrategia de comunicación completa debe incluir diversas comunicaciones destinadas a distintos públicos. Los países pueden verse en la necesidad de otorgar prioridad a determinados grupos en función de los recursos disponibles (humanos y financieros).

Las campañas de comunicación sobre actividad física dirigidas al público en general o a subpoblaciones específicas constituyen una intervención costoeficaz (133) que la OMS recomienda en su Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030 (14). Las campañas nacionales y subnacionales a favor de la actividad física suelen girar en torno a un eslogan general (como «Actívate» o «Muévete más») y conllevan la creación de elementos de diseño o personajes, así como también mensajes adaptados a los diferentes públicos (niños pequeños, adolescentes, adultos y personas mayores, personas poco activas y personas con discapacidad o con afecciones crónicas). Los mensajes y recursos de las campañas que se adaptan a grupos de población concretos tienden a ser más eficaces que los materiales genéricos. En toda campaña de comunicación se deben contemplar el alcance y la eficacia de los canales de comunicación tradicionales (como la televisión, la radio, los carteles y el medio impreso) y los canales digitales (como los sitios web, los móviles y las aplicaciones). También resulta útil ofrecer información sobre las directrices nacionales en diversos formatos. Por ejemplo, una forma relativamente nueva pero cada vez más habitual de comunicar las directrices sobre actividad física consiste en utilizar infografías o vídeos cortos de animación. La OMS cuenta con materiales que pueden servir de base para elaborar y poner en marcha campañas de comunicación de ese tipo (135).

La comunidad académica y de investigación seguramente reciba con interés el informe científico en el que se detalla la evidencia epidemiológica sobre la que se basan las presentes directrices, si bien puede que los detalles concretos de la investigación subyacente no revistan interés para un público más general. Las instancias normativas podrían preferir un resumen de los aspectos científicos o incluso una breve reseña informativa. Otros públicos, como los profesionales de la salud y otros sectores, probablemente se inclinen por otro tipo de recursos, como un folleto o una hoja informativa sobre las directrices o sobre cómo integrar la promoción de la actividad física en la práctica cotidiana (por ejemplo, en las consultas con pacientes dentro de un contexto sanitario o en la formulación de planes urbanísticos o de transporte para entornos urbanos). Para cada profesional serán necesarios recursos adaptados a su función. El gremio sanitario, en particular, puede beneficiarse de una serie de recursos que reflejen los diversos grupos de población con los que trabaja.

APLICACIÓN DE POLÍTICAS Y PROGRAMAS

Las directrices nacionales sobre actividad física y comportamientos sedentarios por sí solas no suelen producir un aumento del nivel de actividad física de la población, y por lo tanto conviene considerarlas un elemento más de un marco de políticas y planificación. Es imprescindible difundir las directrices nacionales entre los públicos clave y apoyarlas con una estrategia de comunicación sostenida a nivel nacional que mejore la concientización y la comprensión de los múltiples beneficios que reportan la actividad física regular y la reducción del sedentarismo. Sin embargo, para lograr un cambio sostenido de los comportamientos es necesario respaldar las acciones con políticas que creen entornos propicios en los que se posibilite y aliente la actividad física, así como un mayor número de oportunidades locales apropiadas a tal efecto. Las políticas y los programas deben tener en cuenta el contexto local y han de adaptarse a él, tanto en el sistema sanitario como por cuanto se refiere a las complejas instituciones multisectoriales interesadas en promover la actividad física o que tienen la ocasión de hacerlo. La acción se debe emprender desde un enfoque «pangubernamental», teniendo en cuenta el «sistema» de políticas y múltiples acciones que, mediante la participación de una amplia gama de interesados, puede facilitar que más personas estén físicamente activas en múltiples sectores y contextos. La utilización de un planteamiento «sistémico» alineado con una estrategia de comunicación sostenida garantiza que el aumento de la demanda de actividad física generado gracias a una comunicación eficaz se corresponda con la creación de condiciones y oportunidades para que las personas estén físicamente activas.

El Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030 de la OMS fija la meta de reducir los niveles de inactividad física en un 15% para 2030 y recomienda 20 medidas normativas e intervenciones (14). Entre ellas figura la recomendación a todos los países de realizar campañas nacionales de educación y sensibilización e integrar programas de asesoramiento en educación física en la atención primaria y secundaria. Otras recomendaciones consisten en crear entornos apropiados para la actividad física, como caminar e ir en bicicleta o en algún otro medio rodado, para todos los grupos de población, y proporcionar más programas y oportunidades de actividad física en las escuelas, los lugares de trabajo y los clubes y espacios deportivos. Quizás no en todos los países sea viable cumplir las 20 recomendaciones a corto plazo, pero es algo que debe considerarse un objetivo a largo plazo. A fin de identificar un conjunto apropiado y factible de medidas inmediatas, los Estados Miembros de la OMS deben llevar a cabo un análisis de la normativa y la práctica vigentes. Dicho análisis posibilitará la colaboración multisectorial y permitirá identificar fortalezas, deficiencias y oportunidades, y puede utilizarse como punto de partida para formular o actualizar los planes nacionales o subnacionales.

Las nuevas directrices de la OMS apuestan por ampliar el alcance de la acción para incluir a otros grupos, como las personas con discapacidad o con afecciones crónicas y las mujeres embarazadas o en puerperio. Las medidas normativas deberán facilitar la dotación de programas y prácticas adecuadas que reconozcan las necesidades comunitarias y la diversidad de grupos y contextos. Se están elaborando varios manuales a nivel sectorial para facilitar la ejecución del paquete de intervenciones técnicas ACTIVE (135) sobre cómo promover la actividad física, por ejemplo en las escuelas, la atención primaria o a través de mejores medios para caminar e ir en bicicleta. El módulo de herramientas ACTIVE y otros recursos regionales y nacionales de la OMS facilitarán la aplicación de las presentes directrices sobre actividad física y comportamientos sedentarios.

VIGILANCIA Y EVALUACIÓN

Las Recomendaciones mundiales sobre actividad física para la salud de la OMS se han venido utilizando como elemento de referencia para vigilar y monitorizar la salud de la población desde 2010. Los cambios introducidos en las recomendaciones por las nuevas directrices tendrán algunas repercusiones en los sistemas de vigilancia y los instrumentos de evaluación que se emplean actualmente para llevar un seguimiento de los niveles nacionales de actividad física. La publicación de estas directrices exigirá la revisión de los actuales instrumentos y protocolos para presentar información de modo que las adaptaciones y recomendaciones sobre la presentación de información en el futuro reflejen las nuevas directrices. Se procederá a revisar instrumentos como el Cuestionario Mundial sobre Actividad Física (Global Physical Activity Questionnaire, GPAQ) y la Encuesta Mundial de Salud a Escolares (Global Student Health Survey, GSHS), y se actualizarán los protocolos para armonizarlos con las nuevas directrices; en 2021 se facilitarán orientaciones auxiliares a todos los países.

La encuesta de la OMS sobre la capacidad de los países frente a las enfermedades no transmisibles (ENT) es el principal instrumento empleado para llevar un seguimiento de los avances en la ejecución de políticas relativas a las ENT a nivel mundial y se lleva a cabo cada dos años. Dicha encuesta incluye preguntas concretas sobre los sistemas de vigilancia de la población en lo tocante a la actividad física de los grupos de edad contemplados en las presentes Directrices de la OMS sobre actividad física y comportamientos sedentarios y, desde 2019, preguntas acerca de la existencia de directrices nacionales sobre la práctica de actividad física. Los Estados Miembros de la OMS deben aportar documentación que refrende su respuesta. En 2019, de los 194 Estados Miembros de la OMS, 78 (40%) tenían directrices sobre actividad física (136). Según un análisis detallado de la documentación correspondiente a las respuestas a la encuesta de 2019, tan solo dos tercios de los 78 Estados Miembros (52/78) con directrices nacionales incluyen indicaciones sobre la cantidad de actividad física que debe realizar su población, de los cuales únicamente 42 países estaban plenamente alineados con las Recomendaciones mundiales sobre actividad física para la salud publicadas por la OMS en 2010 (1). Los datos recabados mediante la encuesta de 2021 y siguientes brindarán información sobre el nivel de aceptación de estas directrices actualizadas.

ACTUALIZACIÓN

Las presentes directrices se actualizarán tras un periodo de diez años, a menos que los avances en la ciencia de la evaluación de la actividad física a partir de medidas obtenidas a través de dispositivos y la rápida evolución de la ciencia del comportamiento sedentario hagan necesario actualizarlas antes.